Ángel Luis Vázquez
Economista - Administrador Concursal
CUANDO EL VIRUS
PASE II
(Se avecinan curvas)
Hoy me han enviado por “WhatsApp” un
bello poema del autor argentino Luis Landriscina, que
empieza de la siguiente forma:
Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Cierto es que nos sentiremos dichosos por
el solo hecho de estar vivos, pero no es menos cierto que el panorama que se avecina
no es nada alentador.
Como ejemplo de este negro panorama,
baste con que decir que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico, OCDE, alerta de que la actividad turística, que representa un 12% del
PIB de España, se desplomará un 70% a nivel global.
Previsiones de la OCDE:
- Cada mes de confinamiento tendrá un impacto económico de dos puntos porcentuales sobre el crecimiento económico. Así, si el cierre se prolonga durante tres meses, el crecimiento anual del PIB podría caer entre un cuatro y seis puntos porcentuales.
- El impacto negativo potencial en España de esta caída en el PIB provocaría un desplome de la actividad de casi el 30%, solamente superado por Alemania, México, Japón y Grecia y muy por encima del 15%, estimado para Irlanda.
- Esta fuerte caída en España está directamente relacionada con el hundimiento del turismo actividad que, recordemos, en España aporta ceca del 12% del PIB.
El Secretario General de la OCDE, Ángel
Gurría, traslado a los líderes del G20 estas preocupantes estimaciones y les
pidió medidas contundentes, pero también coordinadas para salvar vidas y apoyar
a un sector privado que presentará grandes debilidades, cuando la crisis
sanitaria haya pasado.
El Secretario General de la OCDE
pide al G20 una especie de “plan Marshall” pues, en su opinión, “La pandemia trae consigo la tercera y la mayor
crisis económica, financiera y social del siglo XXI tras el 11-S y la crisis financiera mundial de
2008"
No solo la OCDE anticipa un escenario
complicado. La crisis sanitaria, económica y social desatada por el coronavirus
Covid-19 llevará a la economía española a un escenario recesivo de, al menos,
un año en el que el tejido productivo expulsará un millón de trabajadores,
según el promedio de previsiones de los expertos consultados por el Economista[1].
En cuanto a la recuperación, tenemos
opiniones de todo tipo. Juan Fernando, profesor del CEF, no piensa que salgamos
completamente de la crisis antes del 2024. El economista Daniel Lacalle es más
optimista, por el contrario, y sus previsiones apuntan a que la crisis puede
durar solo un par de años, al igual que el también economista Javier Santacruz,
quien atisba una recuperación relativamente rápida[2].
En este contexto, las empresas españolas
tendrán que afrontar vencimientos de bonos, según los datos de Bloomberg, por
más de 60.000 millones de euros de aquí a fin de año y, si la situación no cambia,
lo harán en un contexto mucho más complicado del que disfrutaban hasta el
momento[3].
La mayor tensión se ha
vivido en la deuda corporativa sin grado de inversión, cuyo diferencial con el bono
alemán a 10 años ha llegado a dispararse hasta los 950 puntos básicos, incluso
por encima del pico de la crisis de deuda periférica, pero aún por debajo de
los máximos marcados en la gran crisis financiera.
Cualquier tipo de empresa
se enfrenta, en cualquier caso, a un panorama complicado para emitir en estas
fechas. Hablamos de emisiones de grandes empresas que tienen su vencimiento en
este año, caso de: Iberdrola, con 1.100 millones el 23 de marzo; ACS, con 500
millones, Autopistas del Atlántico, por 400 millones y la filial del BBVA en EE.
UU. por 230 millones el 1 de abril; Santander, 2.500 millones en julio; BBVA,
3.000 millones en septiembre; Telefónica, 1.250 millones en octubre; Sabadell,
1.500 millones; CaixaBank, 1.500 millones y así sucesivamente.
¿Qué va a pasar con los autónomos
y las Pymes, auténticos motores de nuestra economía? El panorama con el que
se van a encontrar, cuando pase la alarma sanitaria, es más que preocupante:
subida de impuestos, anunciada por la Administración, la cual, aunque todos los
expertos indican su incongruencia, de momento nadie de la Administración ha
dicho nada en contrario; un férreo calendario fiscal, que, aunque todos los
expertos han pedido flexibilización en las declaraciones fiscales, de momento
la Administración se mantiene inflexible[4];
un escenario internacional recesivo que va a afectar de lleno a los sectores
clave de nuestra economía como es el turismo con un efecto directo en
hostelería y restauración e indirecto en prácticamente todos los sectores; unas
medidas, como el denominado “permiso retribuido
recuperable”, cuyos costes serán asumidos
por las empresas en tanto en cuanto mantendrán las retribuciones íntegras de
las horas no trabajadas, etc. …….
¿Que va a pasar con las
empleadas del hogar, las personas que cuidan a nuestros ancianos, menores y
discapacitados[5].
Y, por último, ¿Qué va a
pasar con todos los empleados por cuenta ajena que se encuentran en un ERTE,
cuando pase la alerta sanitaria?.
Según Europa Press[6],
las CC.AA. registran hasta este lunes 30 de marzo casi 300.000 peticiones de ERTE,
con 1,6 millones de trabajadores afectados
Parece que el “efecto
dominó” es más que probable….
La falta de liquidez en
las empresas por la ausencia de ingresos durante el tiempo en que han visto
obligadas a permanecer sin actividad, va a tener como consecuencia que muchas de ellas no vuelvan a abrir nunca más,
lo que afecta negativamente al empleo y, al tener menos ingresos los
trabajadores y unas expectativas económicas muy negativas, se reducirá el
consumo, y los ingresos de las empresas, que todavía sigan funcionando, lo que,
a su vez, ocasionará nuevas quiebras y más desempleo.
Nadie discute que la
lucha contra la epidemia constituya la prioridad absoluta pero, además, el Gobierno
tiene que intentar limitar los daños colaterales y proteger el tejido productivo,
evitando se produzca una espiral de crisis de liquidez con las consecuencias de
concursos de empresas en cadena.
Según un trabajo
publicado por J.P. Morgan, “Cash is the King”: Flow, Balances, and Buffer Days”,
en el que se han estudiado mas de 600.000 Pymes, se llega a la conclusión de
que la tesorería es el factor esencial para la supervivencia de las PYME.
Y los datos más
relevantes a ese respecto pueden verse en el siguiente gráfico:
En el que claramente
podemos observar que el 25% de las PYME solo tienen reservas de “cash”, de
liquidez, para 13 días y que el 50% de las PYME alcanza unas reservas de
tesorería para hacer frente a los gastos de, exclusivamente, 27 días.
Las PYME, por término
medio, solo tienen reservas en efectivo para hacer frente a un mes de gastos
corrientes.
Parece estar claro, LA
TESORERÍA ES LA CLAVE DE LA RECUPERACIÓN. Como decía el secretario general de
la OCDE, hay que diseñar urgentemente un Plan Marshall a nivel
de Unión Europea con medidas de impulso fiscal y monetarias extraordinarias. Es
necesario un plan de inversión pública “masivo” en cada país, bien coordinado
con el sector privado, para crear valor añadido a largo plazo.
Olvidémonos, sin embargo,
del gasto por el gasto, como el fallido Plan E de Zapatero, miremos a medidas
que inyecten dinero en la economía real como serían las líneas de créditos que
se dieron a las empresas para el cobro de las deudas pendientes de todas las Administraciones
en la época de Rajoy, las cuales permitieron a muchas empresas sanear sus
deterioradas tesorerías.
Es más, ese plan de
inversión debe combinarse con rebajas impositivas y políticas monetarias más
ambiciosas.
“Cash is the King”. La
tesorería es la clave de la recuperación. Es imprescindible que el crédito siga
llegando a las empresas y autónomos para evitar una crisis de liquidez que se
convierta en una espiral de concursos de acreedores en cadena.
Es necesario preservar el
empleo, aunque sea reduciendo por ley temporalmente salarios y suspendiendo las
cotizaciones a la Seguridad Social. Esto puede sonar a pecado, pero, a la
larga, para el empleado es mejor cobrar menos, que ingresar en las filas del
desempleo y, para la Seguridad Social, es mejor recaudar menos, que tener que
pagar el doble de lo que se recaude en subsidios de desempleo.
También es imprescindible
que el crédito siga llegando a las empresas y autónomos para evitar impagos y
quiebras, para lo cual se tendrá que poner en marcha urgentemente una batería
de medidas como, por ejemplo, la reducción de los coeficientes de caja a los
bancos para aumentar su liquidez, líneas de crédito para la tesorería de las PYME
y autónomos con la garantía del Estado que movilicen recursos en cuantía
suficiente[7],
bonificar los préstamos facilitados por los bancos para la tesorería de las PYME
y autónomos al margen de las líneas anteriores mediante incentivos fiscales y
todas las herramientas que puedan facilitar e incentivar a las entidades financieras
a que inyecten liquidez al sistema en cuantía suficiente.
Debemos fijarnos en lo
bueno que están haciendo otros países. Por ejemplo, el gobierno británico ha
diseñado un paquete de medidas que, dejando al lado los aspectos relativo a los
limites y vencimientos, concentras su mayor valor añadido en que el Estado cubre los intereses y
comisiones de los primeros 12 meses, la prohibición de cualquier tipo de
comisión por la concesión y la reducción del papeleo asociado a la solicitud,
sobre todo, para importes por debajo de un determinado umbral.
La pandemia de Covid-19
nos ha traído una tragedia humana y un previsible escenario económico con unos
daños colaterales tan importantes que nos tenemos que remontar a la España de
la postguerra para encontrar algo parecido, y que puede poner a nuestro país en
riesgo de “default”.
Por ese motivo, debemos
ser más ambiciosos y osados a la hora de pedir al Gobierno medidas que, en
circunstancias normales, podrían parecer descabelladas, políticamente
incorrectas o simplemente tabú.
En ese sentido,
proponemos que, verbigracia:
- Por un
periodo de tres meses se deberían congelar todos los impuestos y las
cotizaciones a la Seguridad Social.
- Por igual periodo,
los suministros esenciales, como son la electricidad y los combustibles, se
deberían bonificar en, al menos, un 60% que es la cantidad de impuestos que
llevan asociados por término medio.
- Congelar
todas las partidas presupuestarias que no estén destinadas a la financiación de
funciones básicas.
- Revisar,
estudiar y ajustar todas las partidas destinadas a subvenciones de partidos
políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, asociaciones y entidades
sin animo de lucro,
- Adelgazar la estructura del Estado, reduciendo Ministerios, Direcciones Generales y, sobre todo, los “asesores de designación directa”.
Y así sucesivamente.
¡Bueno y ya puestos! Como
a estas alturas, ya me habré ganado diferentes calificativos como loco,
neoliberal, y alguno más fuerte, si alguien se atreviera a reducir el gasto de
las Autonomías, recuperando competencias básicas la Administración Central,
aunque solo fuera un recorte del 40% del presupuesto autonómico, ya tendríamos
suficiente para financiar las medidas anticrisis.
De lo contrario, todas
estas medidas se deberán financiar mediante lo recortes presupuestarios
comentados y el déficit, mediante la emisión de bonos del Estado Español, pues,
en definitiva, la salida de la crisis la tenemos que pagar entre todos.
Los daños económicos
colaterales de la pandemia serán de tal dimensión, que pueden ocasionar el “default”
de nuestro país, lo que justifica la toma de medidas extremas e incluso el
cambio de modelo.
Y usted, que ha estado
leyendo estoicamente el contenido de este artículo, haga también su parte y
empiece a cambiar su modelo.
Aproveche estos días de
confinamiento y dedique un poco de tiempo a poner al día sus finanzas
personales, vea cuantos “días de reserva de cash” tiene, y si las cifras no le
cuadran, empiece a tomar disposiciones al respecto, pues se avecinan curvas.
[3] Carlos Jaramillo el Economista 23/03/2020
[4] A diferencia de España, la gran mayoría de países europeos (22 hasta
la fecha) han extendido los plazos para el cumplimiento de las obligaciones
tributarias a la generalidad de las empresas, unos ampliando los tiempos de
presentación de los impuestos, y otros, el pago de los mismos. Han sido menos
los países europeos que han aplazado temporalmente el pago de cotizaciones a la
Seguridad Social, aunque sí lo ha hecho alguna primera potencia, como Francia
–donde se han diferido los pagos–, o alguno de los países más afectados por
esta crisis, como Italia –que ha suspendido las cotizaciones para los sectores
afectados para los meses de marzo y abril–.
[5] Ver reciente publicación del Real Decreto-ley 11/2020, de 31 de marzo, por el que se adoptan
medidas urgentes complementarias en el ámbito social y económico para
hacer frente al covid-19 cuyo
contenido no ha dado tiempo a incorporar al presente documento.
[7] Las líneas anunciadas
por el gobierno, independientemente de que todavía no han tomado forma, son
rígidas e insuficientes.
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