Blanqueo de Capitales. ¿Recorte de libertades individuales ó justa respuesta de la sociedad ante problemas como el narcotráfico o el terrorismo.



Angel Luis Vazquez Torres  
Economista
Mediador Civil, Mercantil y Concursal
Administrador Concursal
Experto contable, financiero y Fiscal
Coach
Tf: +34 607 900 777 - Fax: +34 912 208 144 



Fuente: Elaboración propia


Blanqueo de Capitales.

¿Recorte de libertades individuales ó justa respuesta de la sociedad ante problemas como el narcotráfico o el terrorismo.

 Recientemente estamos asistiendo a nivel mundial a una proliferación de legislación en materia de prevención de blanqueo de capitales justificada en gran medida por la necesidad de los Estados modernos de luchar contra determinadas actividades delictivas  como el narcotráfico, el tráfico de personas, y por supuesto el terrorismo. 
Todas estas actividades tienen un denominador común, como es que generan una gran cantidad de dinero “sucio” que necesitan blanquear para continuar con el ejercicio de la actividad delictiva, y por ese motivo se ha considerado por los Poderes Públicos que una manera efectiva de luchar contra estas actividades es “cortar la financiación de las mismas”, es decir eliminar los métodos y circuitos utilizados por estos delincuentes para  que el dinero que entre “sucio”, salga “blanco” (por eso lo de lavado) y pueda reinvertirse nuevamente, incluso en actividades lícitas, las cuales les sirvan de tapadera a estos delincuentes, y en algunos casos, hasta para conseguir reconocimiento y relevancia social. 
En España la legislación “anti-blanqueo” ha venido cambiando y adaptándose a la legislación europea, culminando con la aprobación de la Ley 10/2010 de 28 de abril, de prevención del blanqueo de capitales y financiación del terrorismo, y su Reglamento de desarrollo, aprobado mediante Real Decreto 304/2014, de 5 de mayo.
Esta legislación es el marco en el que deben operar aquellos negocios susceptibles de ser instrumento de las organizaciones criminales o terroristas para sus ilícitos fines, los cuales como veremos mas adelante, van aumentando. 
Sin embargo, una actividad que mueve tantísimo dinero y que deja pingues beneficios trasforma en colaboradores necesarios, a honorables ciudadanos (banqueros, funcionarios, informáticos, operadores logísticos, agentes del orden, etc.) que atraídos por esta ingente cantidad de dinero, pues los delincuentes son muy generosos en este sentido, entran en el circuito de lavado, justificándose así mismos, con la idea de que ellos sólo son unos intermediarios, sin darse cuenta de que en realidad son tan delincuentes como los que han generado el dinero sucio y, cuando se dan cuenta, ya es tarde, pues están atrapados en el propio sistema.
En esta situación, me gustaría plantear una reflexión; toda esta proliferación de medidas “anti-blanqueo” ¿hasta dónde son una justa reacción de la sociedad en respuesta a las actividades delictivas? y ¿Hasta donde pueden considerarse una extralimitación de los Estados reduciendo las libertadas individuales de los ciudadanos?. En mi opinión personal,  tan peligrosos son los “Capitanes America” defensores de la libertad individual a ultranza, como los “Guardianes del Universo” que se autoproclaman defensores del orden establecido y por lo tanto con derecho a estar por encima de las libertades individuales de los ciudadanos.
Al final, como siempre, es un problema de equilibrio.
Para terminar esta introducción me gustaría citar al insigne escritor del Siglo de Oro de la literatura española D. Francisco de Quevedo, que en su satírico poema “Poderoso Caballero es Don Dinero”, que a pesar de ser escrito en 1603, es de rabiosa actualidad, pues nos hace ver la influencia del dinero sobre los humanos y la sociedad, de forma crítica  (versos 5 y 6) de cada estrofa, pero haciendo un ejemplar recorrido histórico de cómo se consigue, quiénes son los propietarios, lo qué produce el “poderoso” entre los reyes o burgueses, y en el último verso da un ejemplo del poderío qué produce en cualquier zona del Mundo aunque no se sea foráneo.
Sólo tienen que cambiar el nombre de los protagonistas, y estaremos ante una situación muy actual.

Poderoso Caballero es Don Dinero - Francisco Quevedo (1606)”.

 



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La confianza es el elemento que nos permite la interacción con otros

Angel Luis Vazquez Torres  
Economista
Mediador Civil, Mercantil y Concursal
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Experto contable, financiero y Fiscal
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El “conflicto” origen de la mediación.


Fuente: NO ES LO MISMO - Silvia Guarneri y Miriam Ortiz. Lid Editorial, pagina 59 y siguientes


La confianza es el elemento que nos permite la interacción con otros, un fenómeno esencial para relacionarnos con los demás.

La confianza es una emoción que nos predispone. Cuando nos sentimos confiados, todo lo vemos más sencillo, y las posibilidades que se abren ante nosotros son mas expansivas, más creativas, más generativas y transformadoras. Cuando las partes confían en el mediador y en el proceso de mediación, se pueden explorar soluciones alternativas, que sin cubrir el 100% de las exigencias de las partes puedan llevarnos a acuerdos asumibles por ambas, y por lo tanto satisfactorios.

Por el contrario, cuando desconfiamos del mediador, o del procedimiento de mediación nos volvemos, suspicaces, precavidos y temerosos, y ya sabemos que el miedo es la emoción más fuerte de todas, y cuando aparece en escena, todo resquicio de racionalidad desaparece y toma el control nuestro cerebro instintivo (reptiliano), asumiendo las partes una postura defensiva, y bajo estas circunstancias ,es prácticamente imposible llegar a ningún acuerdo, ni bueno, ni malo.
Una de nuestras principales labores como mediadores es alimentar la confianza de las partes, tanto entre ellas, como en nosotros, como en el propio proceso de mediación, pues al contrario de lo que generalmente se piensa, la confianza puede construirse e incluso reconstruirse, y si no, que nos pregunten a los padre, cuantas veces volvemos a confiar en nuestros hijos, aunque descubramos que nos han mentido. La respuesta es sencilla, tantas veces como sea necesario, pues son nuestros hijos y decidimos seguir depositando nuestra confianza en ellos.
A su vez, la confianza se alimenta de tres juicios:
SINCERIDAD. Confiamos en aquel que para nosotros es sincero, y desconfiamos en aquel que creemos que nos miente, y obsérvese aquí, que nuestro juicio no tiene que ser efectivamente cierto, pues para nuestra mente, basta que pensemos que alguien no está siendo sincero, para que le retiremos nuestra confianza. Esto es de vital importancia para el mediador, pues no solo tiene que ser sincero con las partes, sino que tiene que hacerles llegar claramente el mensaje de que está actuando con sinceridad, pues si alguna de las partes piensa lo contrario, ya nos podemos despedir de cualquier posibilidad de acuerdo.
COMPETENCIA. Las partes van a confiar en nosotros como mediadores si nos ven capaces de conducir con éxito el procedimiento de mediación, y es por ello que es muy importante que el mediador, sin caer en la petulancia o arrogancia, les haga llegar a las partes el mensaje de que es un profesional perfectamente capacitado, bien por formación, bien por experiencia, o por un conjunto de ambas. Por ese motivo, desde mi punto de vista es trascendental que los mediadores “noveles” realicen las suficientes “co-mediaciones” con mediadores “séniors” hasta alcanzar el grado de competencia necesario, pues la formación se les supone.
CREDIBILIDAD. Que no es otra cosa que la confianza generada por antecedentes y experiencias pasadas. Nuestro cerebro piensa, “si hiciste bien tu trabajo como mediador en el pasado, lo lógico es que en el futuro las cosas sigan siendo igual, y seas un buen mediador para nuestro caso”. Y aquí volvemos al tema de los mediadores noveles ¿Cómo pueden adquirir credibilidad? pues, solo existe una forma efectiva, mediante la “co-mediación” acompañando a mediadores con experiencia.
En resumen, la confianza es un tesoro en manos del mediador, por lo que no debemos olvidar que es un bien que necesita ser cuidado y alimentado, pues pequeños incidentes (retrasos, interrupciones, malos entendidos, etc.) que suceden, inevitablemente terminan desgastando o minándola, por lo que resulta imprescindible tener en cuenta estos incidentes, ponerlos sobre las mesa, y aclararlos lo antes posible.
No debemos confundir la confianza y su aliada la prudencia, que “confían con los ojos abiertos” con la ingenuidad, que cierra los ojos a cualquier evidencia, o la desconfianza, que no deja de ser un juicio a futuro, pues esta presuponiendo que no vas a ser capaz de cumplir tus compromisos.
Tenemos que terminar con el convencimiento de que va ser imposible interactuar con alguien de quien desconfiamos, o que desconfía de nosotros, por lo que en los procesos de mediación se hace imprescindible que el mediador trasmita confianza a las partes.
Generalmente nos ganamos la confianza de aquellos en quienes ponemos la nuestra”.
Tito Livio.