TU NEGOCIO SE HUNDE Y NO QUIERES QUE TE ARRASTRE

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Ángel Luis Vázquez

Economista - Administrador Concursal

TU NEGOCIO SE HUNDE Y NO QUIERES QUE TE ARRASTRE

 

Quiero empezar una historia (por supuesto, inventada en cuanto a los nombres se refiere), pero 100% verídica, en todo lo demás.


Paco y Antonio, que son hermanos, trabajaban en un taller mecánico, el primero, como mecánico y el segundo, como chapista. Mónica, la mujer del tercer hermano, trabajaba como contable en una oficina. Los tres, como consecuencia de la crisis financiera del 2008, fueron despedidos en diferentes procesos de restructuración y cobraron una indemnización, unos de la empresa y otros del FOGASA.


Como los tres (en adelante PAM) superaban los 50 años, las posibilidades de encontrar nuevos empleos cada vez se les hacían mas difíciles y, después de 6 meses, ninguno de los tres había encontrado un nuevo trabajo.


En una comida familiar surgió, entonces, la idea de poner en valor el conocimiento y la experiencia que tenían de sus anteriores empleos y decidieron montar un servicio rápido de reparación de vehículos bajo el paraguas de una franquicia de una conocida marca.


Con el dinero que tenían guardado, hicieron frente a los primeros gastos, como eran los gastos de constitución de una Sociedad Limitada (SL), el canon de entrada en la franquicia, la fianza del alquiler y otros pequeños costes, pero el dinero propio, pronto se les terminó, y quedaban por afrontar los gastos más importantes, como era la obra de adecuación de la nave y la compra de maquinaria y utillaje del taller, así como el aprovisionamiento de repuestos para los primeros meses de la explotación económica.


Mónica, por su trabajo en su anterior empleo, conocía al director de una oficina bancaria, quien les facilitó un préstamo por 250.000 euros y una póliza de crédito por valor de 50.000 euros, pero, lógicamente, como se trata de una Pyme de reciente creación, los socios y sus consortes tuvieron que avalar personalmente ambas operaciones.


Seguramente a estas alturas, la historia de estos tres emprendedores ya les sonará a muchos de los lectores ¿verdad?, pero continuemos.


Para que el taller funcionase a pleno rendimiento y poder alcanzar los objetivos que les imponía la franquicia, tuvieron, asimismo, que contratar como empleados a tres antiguos compañeros, y a dos de ellos, para poder incorporarlos en el proyecto, les tuvieron que reconocer la antigüedad en la empresa en la que estaban trabajando.


El inicio fue duro, pero la marca atrae clientes y, además, el conocimiento y experiencia de los hermanos y la buena gestión de Mónica permiten que, en poco mas de un año desde la apertura, se cubran los gastos y el monto una pequeña nómina de 1.000 euros al mes para ellos como autónomos.


Pero llega el Covid-19, con los confinamientos y sus secuelas, las cuales redujeron los ingresos prácticamente a cero, sin embargo, los alquileres, la luz, el teléfono, los impuestos y demás gastos periódicos, cuya cuantía permanece todos los meses, empezaron a apretar las cuentas de la empresa y, a partir de septiembre de 2020, la Seguridad Social de los empleados en ERTE aparece como nuevo gasto y, una vez que se vuelve a poder abrir el negocio, resulta que los ingresos no llegan ni al 30% de los que serian habituales.


Viendo la que se les viene encima, hablan con su banco, por cierto, el único banco (error) con el que trabajan, para pedirle más financiación con el fin de salir del bache, pero el banco les dice que es una Pyme de reciente creación, con unos resultados muy discretos y que, por lo tanto, su capacidad de crédito ya está consumida con los créditos actuales lo único que les puede ofrecer es refinanciar la deuda actual mediante un préstamo ICO. Al final, consiguen negociar un préstamo ICO por 100.000 euros con la garantía de los tres socios en la parte no cubierta por el Estado.


Por no extenderme, lo que viene a continuación ya se lo imaginan. Empiezan los retrasos en los pagos, la acumulación de deudas, los gastos financieros inasumibles y,  al final, la insolvencia de la empresa, el cierre de la actividad, las demandas de los trabajadores, el propietario de la nave que se queda con todas las instalaciones y nuestros tres emprendedores siguen con la SL, entidad que  no pueden disolver porque tiene deudas, con la consecuente responsabilidad frente a terceros por no disolver una sociedad cuando entra en quiebra.


Por otro lado, los tres matrimonios quedan endeudados a nivel personal, por los avales aportados a la SL, situación que les puede llevar a perder todos sus bienes, incluida su residencia familiar, en el caso (bastante probable) de que los acreedores ejecuten las garantías.


Por desgracia esta historia no es un caso aislado, sino que es un hecho que está ocurriendo  todos los días en miles de empresas de diferentes sectores y, si atendemos a los datos publicados por el Banco de España, el 20% de las empresas en el corto plazo se encontraran en situación de insolvencia como consecuencia de las repercusiones económicas del Covid-19.


Actores importantes en todo este proceso han sido nuestros bancos, cuya postura,  como bien indica D. Hilario Alfaro, en un magnifico artículo titulado “Un sistema financiero español en desuso”, critica, mientras que, en otros países, como USA se financia el proyecto, y nos pone el ejemplo de tres empresas punteras: Apple, Microsoft y Amazon, las cuales son proyectos que nacen de la idea de sus creadores partiendo del cero más absoluto y que, sin embargo, consiguieron financiación y ahora el presupuesto de las tres es equivalente a 8 veces los Presupuestos Generales del Estado de España en el último ejercicio.


El citado artículo y termina con una pregunta retórica ¿Creen ustedes que, si en vez de estar radicadas en EE. UU. estas tres empresas, estuvieran en España, habrían obtenido financiación para sus proyectos?


La verdad es que, en el modelo bancario español, si una Pyme quiere financiar su proyecto, en la mayoría de los casos, los socios deben avalar las operaciones con su patrimonio personal o aportar garantías suplementarias, y esto hace que, cuando peligra la continuidad de una empresa, también peligra el patrimonio de los socios.


Otro factor muy importante para comprender la debilidad de nuestra economía (pues de eso se trata), como comenta el expresidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi, es el siguiente “El problema es peor de lo que parece a primera vista, ya que el apoyo masivo a la liquidez y la mera confusión, causada por la naturaleza sin precedentes de esta crisis, están ocultando toda la magnitud del problema”.


En palabras de Mario Draghi, “Estamos al borde del precipicio con las insolvencias, especialmente de las pymes, extensibles a muchos sectores y jurisdicciones, a medida que los programas de apoyo se agotan y el patrimonio neto existente es consumido por las pérdidas". 


Según el G30[i], la clave está en identificar y apoyar a empresas y negocios que sean viables en un mundo en cambio, al tiempo que se reasignan los recursos de las empresas y negocios difícilmente viables sin el auxilio público, es decir, apoyar a las empresas viables y dejar a su suerte a las no viables, vulgo, empresas zombis y esto puede parecer muy duro, pero realmente es la única manera de salvar a las empresas que todavía tienen posibilidades, antes de que estas últimas sean arrastradas por las que no la tienen.


Tal como afirma el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Antonio Garamendi “Las empresas en España tienen ya un problema de solvencia y no solo de liquidez", al contrario de lo ocurrido al inicio de la crisis sanitaria”.


Garamendi explica de forma muy clara el proceso: “La interminable crisis del coronavirus y las continuas medidas restrictivas a la movilidad física y la actividad económica erosionan la caja de las empresas, que han resistido con dificultad por miles la primera embestida de la recesión con sus reservas y con las muletas públicas puestas a su disposición, para aminorar el coste laboral, aplazar el fiscal y atemperar el financiero. Pero si no hay mal que cien años dure, tampoco hay cuerpo que lo resista, y por mucho que se estire el escudo empresarial por parte de las instituciones públicas, una prolongación excesiva de la crisis solo proporcionará una acumulación de pasivos adicionales de difícil digestión cuando regrese la normalidad”.


Y continúa, diciendo: “En ese momento el consumo de capital debe suplir la ausencia de liquidez regular y las pérdidas, y comenzará una erosión acelerada del capital social de las empresas, que en muchos casos derivaría en concursos de acreedores, ahora en suspenso preventivamente”.


Insolvencia y falta de liquidez suelen ser dos conceptos que acaban yendo  de la mano, pero son situaciones distintas. Mientras que la liquidez nos mide el potencial de la empresa de hacer frente a sus deudas a corto plazo, la solvencia nos evalúa la capacidad de la empresa para cumplir sus deudas a lo largo del tiempo.


La falta de liquidez continuada puede afectar a la solvencia de la empresa que puede terminar en la bancarrota.


Ahora volvamos al origen de nuestro articulo. Tu negocio se está hundiendo y no quieres que te arrastre a ti y a tu familia a la bancarrota personal ¿Qué puedes hacer al respecto?


La respuesta a esta pregunta va a depender de muchas circunstancias, pero imaginemos un ejemplo parecido al de nuestros emprendedores:

-         Una SL, a la que la crisis le ha llevado a no generar ingresos suficientes para cubrir los gastos haciendo inviable la actividad, y que no puede realizar una disolución por tener deudas impagadas.

-         Si se disuelve la SL en los plazos legales establecidos, los socios y administradores responderán personalmente de las deudas de la sociedad, por incumplimiento de la obligación legal de disolver.

-         Unos socios, que están avalando personalmente las operaciones de la SL, y que en caso de que esta nos las atienda, en la mayoría de los supuestos casos, no solo verán desaparecer todo su patrimonio, si no que, después de haberlo perdido todo, lo más seguro es que sigan debiendo importantes cantidades a los acreedores.


Ante esta situación, en lo referente a la SL …


Nada más conocerse la inviabilidad de la empresa, y la imposibilidad de hacer frente con los activos de la sociedad a las deudas generadas con todos los acreedores, se debe preparar un procedimiento concursal para poder disolver la SL en sede judicial, cumpliendo con todos los requisitos legales. Terminado el procedimiento concursal la SL desaparece, y con ella las deudas que no tienen privilegio o garantía.


En otro momento hablaré del procedimiento concursal de una sociedad, pero ahora para no extenderme, solamente comentaré, que se trata de un procedimiento complejo y que tiene asociado un determinado coste, muchos menor de lo que generalmente se piensa y, por supuesto, muy inferior al coste de “no hacerlo”.


Aquí, lo importante es contratar a un equipo de expertos que te acompañen y tutelen durante todo el proceso, pactando las condiciones económicas y de cualquier tipo, de una forma trasparente, antes de iniciar el proceso.


Por otro lado, tenemos el caso de los socios que han avalado a la SL y responden de las deudas avaladas …


En base a la Ley de Segunda Oportunidad, podemos empezar con un AEP (Acuerdo Extrajudicial de Pagos) que, mediante la intervención de un Mediador Concursal intentará un acuerdo con los acreedores, a los que se les ofrecerá una “quita” (reducción de la deuda) y una “espera” (aplazar los pagos), de forma que con los recursos actuales se pueda hacer frente al plan de pagos en el tiempo acordado.


En un AEP, quitas de hasta el 50% y esperas de 5 años, pueden ser normales, con la ventaja añadida que, durante todo ese tiempo, no se generan intereses.

 

Si los acreedores no aceptan el plan de pagos ….

 

Bien porque no les interesa, bien porque el deudor llega al AEP en tan mala situación económica que no pueda ofrecer un plan de pagos razonable, lo cual en los tiempos actuales es muy frecuente, se iniciará en sede judicial un concurso consecutivo y, al final del procedimiento, si se cumplen determinadas características, el deudor de buena fe podrá solicitar al Juez el BEPI (Beneficio de Exoneración Pasivos Insatisfechos) que le libera del pago de las deudas pendientes.


Las distintas alternativas indicadas anteriormente las podemos ver reflejadas en el siguiente esquema:

 

En cualquier caso, cuando se presente la posible insolvencia de su empresa, tanto si es socio de una SL, como un empresario autónomo, póngase de inmediato a trabajar en las distintas alternativas, contrate a profesionales cualificados que puedan ayudarle, y no deje que el hundimiento del negocio les arrastre a usted y su familia.

 


[i] El Grupo de los Treinta (G30) ha diseñado la 'hoja de ruta' de políticas públicas para el escenario post-Covid. Lo ha hecho con la publicación del informe 'Reviving and Restructuring the Corporate Sector Post-Covid: Designing Public Policy Interventions', que ha estado apoyado por Douglas Elliott, partner de Oliver Wyman en Nueva York y Victoria Ivashina, de la Escuela de Negocios de Harvard, ambos directores del proyecto; y en el que se ha elogiado las medidas adoptadas por los gobiernos para apoyar la economía, a los ciudadanos y al tejido empresarial durante la Covid-19.