Angel Luis Vazquez Torres
Economista
Mediador Civil, Mercantil y Concursal
Administrador Concursal
Experto contable, financiero y Fiscal
Coach
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El “conflicto” origen de la mediación.
Fuente: NO ES LO MISMO - Silvia Guarneri y Miriam Ortiz. Lid Editorial, pagina 59 y siguientes
La confianza es el elemento que nos permite la interacción con otros, un fenómeno esencial para relacionarnos con los demás.
La confianza es una emoción que nos predispone. Cuando nos sentimos confiados, todo lo vemos más sencillo, y las posibilidades que se abren ante nosotros son mas expansivas, más creativas, más generativas y transformadoras. Cuando las partes confían en el mediador y en el proceso de mediación, se pueden explorar soluciones alternativas, que sin cubrir el 100% de las exigencias de las partes puedan llevarnos a acuerdos asumibles por ambas, y por lo tanto satisfactorios.
Por el contrario, cuando desconfiamos del mediador, o del procedimiento de mediación nos volvemos, suspicaces, precavidos y temerosos, y ya sabemos que el miedo es la emoción más fuerte de todas, y cuando aparece en escena, todo resquicio de racionalidad desaparece y toma el control nuestro cerebro instintivo (reptiliano), asumiendo las partes una postura defensiva, y bajo estas circunstancias ,es prácticamente imposible llegar a ningún acuerdo, ni bueno, ni malo.
Una de nuestras principales labores como mediadores es alimentar la confianza de las partes, tanto entre ellas, como en nosotros, como en el propio proceso de mediación, pues al contrario de lo que generalmente se piensa, la confianza puede construirse e incluso reconstruirse, y si no, que nos pregunten a los padre, cuantas veces volvemos a confiar en nuestros hijos, aunque descubramos que nos han mentido. La respuesta es sencilla, tantas veces como sea necesario, pues son nuestros hijos y decidimos seguir depositando nuestra confianza en ellos.
A su vez, la confianza se alimenta de tres juicios:
SINCERIDAD. Confiamos en aquel que para nosotros es sincero, y desconfiamos en aquel que creemos que nos miente, y obsérvese aquí, que nuestro juicio no tiene que ser efectivamente cierto, pues para nuestra mente, basta que pensemos que alguien no está siendo sincero, para que le retiremos nuestra confianza. Esto es de vital importancia para el mediador, pues no solo tiene que ser sincero con las partes, sino que tiene que hacerles llegar claramente el mensaje de que está actuando con sinceridad, pues si alguna de las partes piensa lo contrario, ya nos podemos despedir de cualquier posibilidad de acuerdo.
COMPETENCIA. Las partes van a confiar en nosotros como mediadores si nos ven capaces de conducir con éxito el procedimiento de mediación, y es por ello que es muy importante que el mediador, sin caer en la petulancia o arrogancia, les haga llegar a las partes el mensaje de que es un profesional perfectamente capacitado, bien por formación, bien por experiencia, o por un conjunto de ambas. Por ese motivo, desde mi punto de vista es trascendental que los mediadores “noveles” realicen las suficientes “co-mediaciones” con mediadores “séniors” hasta alcanzar el grado de competencia necesario, pues la formación se les supone.
CREDIBILIDAD. Que no es otra cosa que la confianza generada por antecedentes y experiencias pasadas. Nuestro cerebro piensa, “si hiciste bien tu trabajo como mediador en el pasado, lo lógico es que en el futuro las cosas sigan siendo igual, y seas un buen mediador para nuestro caso”. Y aquí volvemos al tema de los mediadores noveles ¿Cómo pueden adquirir credibilidad? pues, solo existe una forma efectiva, mediante la “co-mediación” acompañando a mediadores con experiencia.
En resumen, la confianza es un tesoro en manos del mediador, por lo que no debemos olvidar que es un bien que necesita ser cuidado y alimentado, pues pequeños incidentes (retrasos, interrupciones, malos entendidos, etc.) que suceden, inevitablemente terminan desgastando o minándola, por lo que resulta imprescindible tener en cuenta estos incidentes, ponerlos sobre las mesa, y aclararlos lo antes posible.
No debemos confundir la confianza y su aliada la prudencia, que “confían con los ojos abiertos” con la ingenuidad, que cierra los ojos a cualquier evidencia, o la desconfianza, que no deja de ser un juicio a futuro, pues esta presuponiendo que no vas a ser capaz de cumplir tus compromisos.
Tenemos que terminar con el convencimiento de que va ser imposible interactuar con alguien de quien desconfiamos, o que desconfía de nosotros, por lo que en los procesos de mediación se hace imprescindible que el mediador trasmita confianza a las partes.
“Generalmente nos ganamos la confianza de aquellos en quienes ponemos la nuestra”.
Tito Livio.
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