03-01-2022
Ángel Luis Vázquez
Economista - Administrador Concursal
De
las “Matildes” a la Banca “on-line”
La
traición de las entidades de crédito a nuestros mayores
Recuerdo que, cuando empecé a
trabajar en Banca hace ya muchos años, era el final de la época de las famosas
“Matildes”, un éxito para el capitalismo popular de la España de los años 70.
El capital bursátil de Telefónica creció de 20.000 millones de pesetas a unas
85.000 millones de pesetas a partir de las ampliaciones de capital, dada la
gran cantidad de inversores que acudieron a dicha oferta, atraídos por las
acciones y sus dividendos potenciales, los cuales eran más rentables que los
intereses de la Deuda Pública.
Era la época en la que los
cobradores del banco iban a los domicilios, cobrando los recibos de las
empresas a los particulares, y así te podías encontrar que, en los primeros
diez días de cada mes, podían pasar por casa de tus padres el cobrador del
Banco Mercantil con el recibo mensual de la enciclopedia que te habías comprado
a plazos, o el del Santo Entierro con la cuota del seguro de defunción.
Era esa época en que la máxima de
la Banca era “El cliente es lo primero”; además, las entidades de crédito
creaban trabajo estable, de buena calidad, profesional, bien retribuido y
prestigioso, siendo sus trabajadores una de las claves de bóveda que explica el
auge de las clases medias en nuestra patria y nuestra tímida, reciente pero sin
ningún género de dudas prosperidad de los últimos cuarenta años; además, no lo
olvidemos, en general, trabajar en la banca era sinónimo de méritos, pues el
sistema de acceso (aparte de los típicos enchufes) era riguroso y
profesionalizado.
En ese contexto, además, (¿será
casualidad?) nuestra Banca se convirtió en sinónimo de eficiencia, sus
ganancias aumentaron, sus acciones subieron de precio, se consideró un ejemplo
a nivel internacional y, por último, algunas de estas entidades se convirtieron
en auténticas multinacionales.
Pero eso fue en el pasado;
después, han pasado muchas cosas: en primer lugar, nuestros políticos y
sindicatos (instituciones que hace ya también años que dejaron de defender a
los trabajadores, sirviendo exclusivamente a sus dirigentes y paniaguados)
entraron a saco en las Cajas de Ahorro, atraídos por sueldos y prebendas; en
segundo término, la burbuja inmobiliaria destrozó cualquier principio de
prudencia, esencial para la gestión bancaria y así, en una pendiente que, por
ahora, parece no tener fin, las entidades de crédito entraron en territorios
desconocidos de tipos de interés negativos, obsesión por mantener capitales
desmesurados (culpa, eso sí, de la regulación del Banco Central Europeo),
enormes costes de cumplimiento y, al final, menosprecio de su negocio
tradicional, basado en la confianza de cliente.
Obsesionados por el ahorro de
costes, espantados ante la competencia de “fintechs” y “neo bancos”, incapaces
de entender la globalización y oprimidos por más y más capas de regulaciones
incomprensibles y cambiantes, las entidades de crédito entraron en otro mundo:
aumento de tamaño a toda costa, digitalización a cualquier precio y reducción
de costes como fuera, destrozando en esta carrera sin objetivos claros lo
esencial: la calidad de su fuerza de trabajo y la confianza de los clientes,
sin los cuales ninguna empresa puede sobrevivir en el medio plazo.
Y estos cambios, acelerados por
la globalización y la revolución tecnológica y justificados por la crisis de
2006 (que ellos mismos crearon) y los tipos de interés negativos empezaron,
como siempre, por los detalles.
Primero, la banca descubrió que
el sistema de cobro a domicilio era caro y poco efectivo, por lo que nació la
famosa “xerocopia[i]”, que no era otra cosa que
una fotocopia de un documento de un derecho de cobro, la cual, por el anverso,
contenía instrucciones de domiciliación en una cuenta bancaria.
Independientemente del origen etimológico, el nombre xerocopia se extendió pues,
normalmente, se utilizaban en el proceso máquinas de la mítica marca “Xerox”.
Poco a poco se fue extendiendo la
domiciliación bancaria y se abandonó la practica del cobro a domicilio, por
supuesto, por nuestro interés y beneficio, sin que nos diéramos cuenta de que,
en ese tránsito, se perdían empleos y relaciones sociales, tan necesarias en
una sociedad cada vez más individualista y solitaria.
Por otro lado, la tecnología desarrollada
para la puesta en marcha de los cajeros automáticos durante los años 60 por la
compañía De La Rue, tuvo, ya en sus comienzos, una gran acogida, debido a que,
para los clientes, era una comodidad poder sacar dinero del banco durante las
24 horas del día y, para el banco, por supuesto, suponía un gran ahorro de
costes.
Por cierto, un gran banquero,
Paul Volcker[ii], afirmó que “la única
gran invención de la banca en los últimos años ha sido, precisamente, la ATM y
todos los demás inventos financieros no son sino mentiras, ficciones carentes
de toda realidad, proclives a la estafa, al desarrollo de esquemas Ponzi … [iii]”.
En España, el primer cajero
comenzó a funcionar en 1974 en la sucursal del Banco Popular en Toledo y, desde
esa fecha, se ha generalizado su uso entre los ciudadanos, convirtiéndose en el
país con mayor número de cajeros automáticos por habitante de Europa, y el segundo
del mundo, por detrás de Japón.
De hecho, el cajero automático se
ha convertido en una especie de supermercado financiero, en el que, además de sacar
dinero, función primigenia para la que fue creado, se hacen ingresos,
domiciliaciones, consultas de saldo, transferencias …. De hecho, alguno de los
“genios” que dirigen esas entidades financieras creen que las entidades de
crédito ya no necesitan ni oficinas, ni, por supuesto, trabajadores (lo que, de
verdad, desean) porque toda ATM, bien provista de herramientas de inteligencia
artificial y mecanismos NLP[iv]
y NLT (querido lector, si no conoce estas siglas, lo lamento, su reino ha
dejado de ser de este Mundo y dese por derrotado), es un minibanco.
Nuevamente, se “olvidan” que el ser humano interactúa,
tiene emociones, necesita comunicarse con otros humanos y, asimismo, que los
débiles de todo tipo (personas mayores, discapacitados, torpes inveterados y
otras yerbas) encuentran difícil la tecnología, las máquinas, los procesadores,
los “hardware” y los “software”.
Visto en perspectiva, es como si
los gurús que dirigen el cotarro financiero menospreciaran a los humanos, aunque,
ya se sabe lo que dijo Nietzsche: “humano, demasiado humano”,
Paralelamente, crecía en el mundo
la tecnología de las tarjetas de crédito, siendo 1958 el año en el que, el “Bank
of América” puso en circulación la primera tarjeta bancaria conocida como Bankamericard
(actualmente, VISA), y en el que también “American Express” lanzó su primera
tarjeta de crédito. Por su parte, en el año 1967, el “First American National
Bank” of Nashville creó la tarjeta denominada “MasterCharge” (actualmente, “MasterCard”).
El banquero Carlos Donis de León
fue quien trajo la tarjeta de crédito a España y la primera tarjeta de crédito
fue emitida por el Banco de Bilbao y se le otorgó el número 0001 a Carlos
Donis.
Ya en los años 80 se generalizó
su uso, pues todo eran ventajas para el usuario, su emisión era gratis, tenían
seguros asociados a su utilización, existían planes de fidelización que
asignaban puntos en función se su utilización, pero ,¡oh, sorpresa¡, una vez
que su utilización ya ha superado a la del pago en efectivo, la cosa cambia, ya
no se emiten gratis tienen gastos periódicos de mantenimiento y se han
“perfeccionado” como artilugios como las tarjetas “revolving”, es decir,
herramientas para mantenernos endeudados de por vida, como nuevos esclavos sin
posibilidad de liberación.
Todo estos detalles anticipaban
una nueva “Aurora”. Allá por 1983, el Reino Unido fue el primer país en
desarrollar lo que podrían definirse como los primeros pasos para las
aplicaciones de la llamada “banca digital”. En España, por el contrario,
tuvimos que esperar hasta 1995, cuando se implementaron los sistemas
telefónicos que darían paso a los sistemas de soporte iniciales de banca por
Internet.
Durante los primeros años, se
podían realizar algunas de las operaciones bancarias en digital como, verbigracia,
la solicitud de extractos de movimiento, la remesa de efectos, y poco más. Era
un procedimiento rudimentario, con interfaces de usuario nada intuitivas ni
prácticas, las cuales, puedo asegurar por experiencia propia que daban ganas de
desistir y realizar las operaciones por el sistema tradicional.
Eran tiempos en los que las
conexiones se realizaban sobre líneas analógicas con los famosos “modem”
(modulador-demodulador) y en los que el servicio, no solo era gratis, sino que,
además, la Banca, interesada en su implantación, te regalaba los “modem” e
incluso la línea.
Sin embargo, el 15 de agosto de
1996 iba a cambiar todo. Nokia lanza el “Nokia 9000 Communicator”, herramienta
que tenía las características de un computador de escritorio: “software” de
oficina, Internet y “fax”. Las ventas comenzaron el 15 de agosto de 1996. Su
precio: 800 dólares en EE.UU. (715 euros al cambio).
En España, con fecha 25 de julio
de 1995, el Gobierno autorizó a Telefónica Móviles a iniciar el servicio de GSM.
Pero todavía tendríamos que
esperar hasta enero de 2007, fecha en la que en la convención Macworld, Steve
Jobs subió al escenario para anunciar que estaban a punto de lanzar el primer
teléfono de Apple. Unos meses más tarde, el 29 de junio de 2007, nació el
iPhone original y se lanzó al público.
El uso masivo de “Smartphone” por
parte de, prácticamente toda la población, sobre todo por los mas jóvenes,
consiguió ese cambio de mentalidad en la sociedad, haciendo normal la utilización
del móvil para cualquier tipo de transacción y, por supuesto, para la operativa
bancaria.
De esta forma, la utilización de
medios digitales para las transacciones bancarias ha crecido continuamente
hasta alcanzar un 62% de la población europea en el 2020, según https://es.statista.com/
El número de clientes digitales
de los principales bancos españoles no cesa de crecer a nivel mundial. Según
los datos facilitados por statista, el
Grupo Santander encabezaba el ranking, en 2020, con más de 40 millones de
clientes digitales, seguida por el BBVA,
con más de 34 millones[v].
Por si fuera poco, según las
recomendaciones sanitarias, una de las formas más eficientes de contener la
epidemia actual de Covid-19 es evitar el contacto personal, lo que implica
reducir al mínimo los desplazamientos y permanecer el máximo tiempo posible en
casa.
Siguiendo estas indicaciones, la
gran mayoría de entidades bancarias de los países afectados han reducido su
horario de atención presencial y recomiendan a sus clientes utilizar la banca “online”,
siempre, por supuesto por nuestro bien, como si, en realidad, no hubieran
tomado en consideración la enorme reducción de costes que este cambio de
operatoria les supone.
Para potenciar este canal, además
de los mensajes positivos, recordando a sus clientes los beneficios de la banca
digital como, por ejemplo, la facilidad para realizar cualquier operación 24/7
o el acceso permanente a toda su información financiera en tiempo real, también
han utilizado mensajes disuasorios, (nuevamente, por nuestro bien, fin esencial de su
existencia), y no por el ahorro de costes que supone, reducir los horarios de
atención al publico, solo atender personalmente mediante cita previa, reducir
el horario de caja (de 9 a 11), eliminar el servicio de caja de muchas
oficinas, retirar cajeros automáticos, y por supuesto, que toda la operativa se
la realice el cliente a través de la banca “on-line”, con lo cual, nosotros,
los clientes, trabajamos gratis para la banca, entregándole nuestro tiempo y
esfuerzo. Asimismo, lógicamente, los errores y responsabilidades son de nuestra
culpa y, como ya no necesitan trabajadores para atendernos, despiden
masivamente a sus empleados.
Sin duda, es el beneficio social
y el interés general el que guía tan excelsa revolución digital bancaria que,
sorprendentemente, no va unida a una reducción de los costes o retribuirnos por
nuestros trabajos y tiempo al servicio de la banca, sino, por el contrario, por
un aumento de los costes y comisiones bancarias.
No podemos dudar, que si nos
cobran (haciendo nosotros, los otrora clientes, la mayor parte de los servicios
bancarios) es también por nuestro bien, porque, entre otras razones, las inversiones
en banca digital son muy costosas y sometidas a altos ratios de incertidumbre
tecnológica, por lo cual, no les queda más remedio que cobrarnos por “un
servicio” que ya no nos prestan, sino que nos autoprestamos.
Sin embargo, nos estamos olvidando de un factor
importante y es el que las personas (lástima, que, repito, sigamos siendo
humanos) siguen necesitando servicios bancarios, e incluso servicios mínimos
presenciales, ya que no todos los usuarios pueden pasar a utilizar los canales
digitales de una forma sencilla e inmediata, como es el caso de uno de los
colectivos más vulnerables al Covid-19, la tercera edad, para no hablar de los
habitantes de la “España vaciada”, “locus” que no nos extraña exista ya que ¿sin
en un lugar no se prestan servicios financieros elementales, cómo pretenden que
la gente resida en tal lugar?
Si miramos a los datos de uso de
servicios de banca “on line” por franja de edad en Europa, vemos que, entre los
55 y los 64 años, el uso es del 48%, menos de la mitad y, de los 65 a los 74,
baja hasta el 33%.
Fuente: https://www.miteksystems.com/es/blog/impacto-covid19-uso-banca-digital
Y si nos centramos en
España, estos datos son incluso menores: para la franja entre 55 y 64 años,
la utilización es del 23,4%y, entre 65 y 74 años, de un 23,02%.
Y llegados aquí nos encontramos
con un colectivo de personas mayores de 60 años, que:
-
Se adaptaron a que los cobradores del banco no fueran a
su casa a cobrar los recibos y no pusieron pegas para domiciliar sus pagos en
masa.
-
Se adaptaron a utilizar los cajeros automáticos.
-
E, incluso, se acostumbraron a utilizar la tarjeta de
crédito
Pero ahora la Banca, les ha
cerrado las oficinas, les ha eliminado el servicio de ventanilla o se lo ha
reducido drásticamente e, incluso ha quitado un numero considerable de cajeros automáticos,
y la única alternativa que les ofrece es el uso de una banca “on-line” que no
entienden en su gran mayoría o, asimismo, se les insta a unas comisiones
desorbitadas porque les realicen operaciones básicas como es una trasferencia.
A la vez, ellos que eran magníficos clientes, se sienten
(con razón) menospreciados, marginados, vistos como inútiles o antiguallas.
Muchas personas de este colectivo
viven solas y, ante las dificultades que les ponen en el banco, tienen que
recurrir a familiares o personas de confianza para que los acompañen a una
oficina o un cajero a sacar todo el dinero de la pensión para pasar el mes, con
el riesgo que esto conlleva para su seguridad personal.
No es cuestión de ponerse melodramático, pero, en mi humilde opinión,
la banca ha traicionado a este colectivo, que nos lo ha dado todo, y nunca ha
pedido nada, y que, con sus libretas y los ahorros de toda una vida de trabajo
han hecho grandes a muchas de las entidades que, ahora, les abandonan y, lo que
es peor, les menosprecian.
Pero como diría el Gaucho Martin Fierro, “el que a
fierro mata, a fierro muere” y no esta lejos el día que esa misma tecnología
omnipresente, utilizada para dar la espalda a nuestros mayores, se les vuelva
en contra, y los Google y otros gigantes tecnológicos empiecen a realizar
transacciones financieras; las “fintech”, el “crowdfunding”, el “crowdlending”
o incluso la propia operativa con criptomonedas, tambaleen los ya deteriorados
pilares de la Banca tradicional.
Ángel Luis Vázquez
Torres
Economista, Experto
financiero, Administrador Concursal
Empleado de Banca de
1972 a 1986
A partir de esa fecha,
como dirían en la “Guerra de las Galaxias”, me pase “al lado oscuro” (La
empresa privada)
[i] Copia fotográfica obtenida
por medio de la xerografía. De xero- y -grafía. 1. f. Procedimiento
electrostático que , utilizando conjuntamente la fotoconductividad y la
atracción eléctrica , concentra polvo colorante en las zonas negras o grises de
una imagen registrada por la cámara oscura en una placa especial .
[ii] Paul Adolph Volcker,
fue un economista estadounidense, director de la Reserva Federal durante las
presidencias de Jimmy Carter y Ronald Reagan.El 26 de noviembre fue nombrado
director del President's Economic Recovery Advisory Board por el presidente
Barack Obama
[iii] Un esquema Ponzi es
una forma de estafa que atrae a los inversores y paga utilidades a los
inversores anteriores con fondos de inversores más recientes.
[iv] El procesamiento de
lenguaje natural, abreviado PLN —en inglés, natural language processing,
NLP— es un campo de las ciencias de la computación, de la inteligencia
artificial y de la lingüística que estudia las interacciones entre las
computadoras y el lenguaje humano.