La magia de las Fin-Tech.


Ángel Luis Vázquez Torres
Economista
Mediador Civil, Mercantil y Concursal
Administrador Concursal
Experto contable, financiero y Fiscal
Coach
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La magia de las Fin-Tech.


En los años 70 cuando empecé a trabajar en Banca, los términos financiero y tecnológico se referían a mundos distintos. Hoy se dan la mano y están marcando una tendencia que de consumarse puede suponer una revolución en el mundo financiero.


Aunque estoy convencido de que muchos lectores no se lo van a creer, cuando empecé a trabajar en una entidad financiera a mediados los 70, no teníamos ni fax, ni fotocopiadora y mucho menos terminales de ordenador.

Teníamos un acuerdo con una tienda de reprografía que había en la esquina, y cada vez que necesitábamos fotocopiar un documento teníamos que salir de la oficina e ir  la tienda a hacer la fotocopia.

A primera hora de la mañana recibíamos unos listados, en papel “pijama” (rallado blanco y azul) en el que aparecían todos los clientes de la oficina, con sus respectivos saldos, y a partir de ese momento, cada operación que realizaba el cliente (cheque, trasferencia, recibos, etc.) se anotaba al margen, actualizando el saldo a mano.

Había veces, que eran tantos los movimientos, que teníamos que poner “una sábana”, es decir con papel celo pegábamos un folio al listado, y en este folio anotábamos todas las operaciones.

Cuando un cliente quería disponer en otra oficina del banco que no era la suya, después de verificar la identidad, la oficina que tenía que pagar llamaba por teléfono a la oficina del cliente y esta “daba conformidad” al pago.

Todos los movimientos contables se registraban en unas “boletas” rosas para los cargos y verdes para los abonos. Estos documentos al finalizar el día se enviaban al “Centro de Cálculo del Banco” donde con la más avanzada tecnología se procesaba en la “ficha del cliente” los movimientos de las boletas del día y se obtenía el saldo actualizado, que debía coincidir con el que operario de la oficina había obtenido a mano.

Así las cosas, cuando un cliente, en un cúmulo de audacia quería pedir un préstamo, como custodios del dinero de nuestros clientes solicitábamos todo tipo de información y referencias y elevábamos toda la documentación al departamento de riesgos quien decidía si el cliente reunía los requisitos y aportaba las garantías suficientes para ser merecedor de concederle un crédito.

Con el tiempo, los métodos y procedimientos fueron cambiando al albor de las nuevas tecnologías, se introdujo en las oficinas el “tele-proceso” y ya no era necesario enviar las boletas a los centros de cálculo procesándose directamente en las oficinas, y poco a poco se fueron informatizando procesos en aras de obtener una máxima eficiencia y reducción de costes, pero en esencia la actividad seguía siendo la misma, los clientes de pasivo[1] depositaban su dinero y el banco lo prestaba a los clientes de activo[2] cobrando un diferencial por su labor de intermediación financiera.

En un modelo continental[3] como el español, más del 90 % de los fondos que necesitan las empresas, se financian a través de la intermediación bancaria, o por lo menos esto fue lo normal hasta el 2007 cuando los requisitos de concesión de financiación se pusieron muy estrictos a raíz de la crisis económica y era realmente complicado conseguir financiación bancaria, dejando de esta manera, desprovistas de financiación a las empresas.

Los bancos se vieron inmersos en un proceso de reestructuración muy duro que drenó la liquidez necesaria al sistema, provocando una importante restricción del crédito para empresas y particulares, lo que desató una importante “crisis financieras” en la que las empresas ven impotentes que los bancos “cierran el grifo” de la financiación, que anteriormente habían abierto tan alegremente.
Pero como diría un hombre sabio ….

En las adversidades sale a la luz la virtud. Aristóteles

Paralelamente en el nuevo mundo se estaban desarrollando una especie de “rara avis” que a través de las nuevas plataformas tecnologícas ponían en contacto a los ahorradores (proveedores de recursos financieros) y a los inversores (consumidores de recursos financieros, y así nace el crowdfuding, que no es otra cosa que saltarse la intermediación financiera y poner en contacto directamente a ahorradores con inversores a través de plataformas tecnológicas.

El crowdfunding (micro-mecenazgo en castellano), podemos definirlo como una red de financiación colectiva, normalmente online, que a través de “donaciones” económicas o de otro tipo, consigue financiar un determinado proyecto a cambio de una determinada recompensa, o incluso, de forma altruista.

Los proyectos para los que se utiliza el crowdfunding pueden ser muy variados: desde conseguir dinero para una película o un corto, hasta campañas políticas, creación de escuelas, financiación de startup, etc.

La primera acción de crowdfunding se atribuye oficialmente al grupo de rock británico Marillon, realizada en 1997 con el fin de financiar su gira por EEUU. Sin embargo, en España, se produjo un hecho muy parecido casi una década antes. El del grupo musical Extremoduro, que en 1989 financió su primer disco gracias a donaciones de otras personas.

No quiero entrar en consideraciones técnicas o tecnológicas, solo quiero destacar el cambio “de modelo” que suponen estas fórmulas de financiación alternativa y las oportunidades que se abren para la financiación de proyectos empresariales que, para alguien como yo, que ha vivo la banca tradicional, más que una revolución es casi magia. Vamos verlo mediante un ejemplo.

Hace unos días entré en una plataforma en la que se buscaba financiación para una empresa tecnológica americana, para un proyecto que básicamente consistía en el diseño de una especie de auriculares de botón, totalmente inalámbricos que se introducían en la oreja, y una vez activados, realizaban una traducción automática al idioma seleccionado de cualquier conversación que captase, independientemente del idioma en el que se produzca la conversación.

Yo, que desde que tengo uso de razón estoy intentando aprender inglés, rápidamente fui atraído por el producto, pero mi sorpresa fue mayor cuando veo que en dos semanas de captación se han conseguido para el proyecto de esta empresa más de 10 millones de dólares, a razón de donaciones de 150 $.

¿Cómo funciona? Pues muy sencillo, yo que estoy interesado en conseguir el producto a un precio inferior al de lanzamiento, realizo una donación de 150$ y la empresa una vez realizado con éxito el proyecto me ofrece una recompensa que consiste en el envio gratuito de una unidad del producto.

¿Y por qué digo que es magia?, Veámoslo por partes:
  • Yo hago una “donación”, no se trata de una aportación de socio, ni un préstamo, ni ninguna forma de financiación tradicional.
  • Al no ser una aportación de socios, no existen socios a los que tener que darles cuentas de la evolución del proyecto ni la empresa se obliga al pago de ningún dividendo.
  • Al no ser un préstamo no tengo ninguna deuda con ningún acreedor (normalmente un banco) y por lo tanto ni figura en el pasivo de mi balance, ni incluso figuraría en la CIRBE del Banco de España, si la empresa fuera española.
  • Al ser la recompensa un “compromiso en caso de éxito” no figura en el pasivo del balance ningún tipo de contingencia con terceros.

En definitiva, esta startup americana ha conseguido financiar su proyecto SIN SOCIOS, SIN ENDEUDAMIENTO, Y SIN NINGÚN COMPROMISO CONTRACTUAL salvo el de enviar una unidad gratuita a cada participante en caso de que el proyecto finalice con éxito …

¿Esto no es magia?

¿Y cómo es posible conseguir tanto dinero en tan poco tiempo y sin aportar ninguna garantía? Pues en principio por el efecto psicológico de que normalmente a nadie nos importa arriesgar una cantidad pequeña (150$) si podemos conseguir a cambio  algo atractivo para nosotros (la recompensa).

En segundo lugar, porque el proyecto de la empresa es presentado por una plataforma de crowdfuding con experiencia y con una valoración muy positiva en operaciones anteriores, lo que en definitiva significa que esta plataforma solo ofrece proyectos analizados previamente que han acreditado ser viables tecnológicamente y financieramente.

En esta segunda parte, las plataformas de crowdfuding realizan una función similar a la de las entidades financieras cuando analizan una operación para conceder un préstamo, pero con la diferencia de que una vez obtenido un análisis positivo, en vez de darle el dinero, ofrecen el proyecto al mercado para que este sea el que se encargue de financiarlo.

El éxito de estas plataformas es que tengan en su equipo expertos legales, financieros y tecnológicos, que sean capaces de ver que proyectos merecen la pena y una vez seleccionados los mismos diseñen una operación atractiva para los inversores on-line.

Lo que estamos viendo actualmente solo es la punta del iceberg, pero todo apunta a que nos encontramos ante una revolución en la forma de financiarse las empresas,


"La mayoría de la gente invierte el 95% con los ojos y sólo el 5% con la mente. A menudo compran de manera emocional, en vez de hacerlo racionalmente".
Robert Kiyosaki, libro El Cuadrante de Flujo del Dinero










[1] Las cuentas corrientes, libretas de ahorro, IPF y demás instrumentos por medio de los cuales los clientes depositan su dinero en el Banco, figuran en el pasivo del balance del Banco.
[2] Todos los préstamos a clientes figuran en el activo del balance del banco.
[3] Se denomina modelo continental (Europa y Japón) a un modelo en el que las entidades financieras cumplen el rol de intermediarios canalizando el ahorro de los clientes hacia los proyectos de inversión, mientras que el modelo “orientado al mercado” seguido por EEUU es el mercado el que canaliza los fondos de los ahorradores hacia los proyectos de inversión.

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