Economista
Mediador
Civil, Mercantil y Concursal.
Administrador
Concursal.
Experto
contable, financiero y Fiscal.
Coach.
Tf:
+34
607 900 777 -
Fax: +34
912 208 144
El cómo juguemos las cartas que nos reparte
la vida dice mucho sobre nosotros.
FUENTE: NO ES LO MISMO - Silvia Guarneri y Miriam Ortiz. Lid Editorial
FUENTE: NO ES LO MISMO - Silvia Guarneri y Miriam Ortiz. Lid Editorial
Da lo mismo si estamos jugando al futbol, al baloncesto, al
parchís, o compitiendo por un puesto en nuestra empresa, entre nuestros amigos,
o incluso en nuestra familia, pues cada jugador normalmente va utilizar las
mismas estrategias que se repiten una y otra vez de forma automática con
independencia del juego a que juguemos.
Es ese gran ordenador neuronal llamado
“subconsciente” el que nos hace que, independientemente del juego al que
juguemos, en base a nuestras capacidades, nuestros criterios, nuestros valores,
nuestras experiencias, es decir, en base a nuestra identidad, reaccionemos de forma automática de forma
similar, una y otra vez.
El conflicto como
realidad de la vida y parte de la esencia de la persona, puede considerarse
como un juego donde las partes en conflicto serán los “jugadores”, y la gestión
del conflicto como las estrategias empleadas por cada parte.
Siguiendo este
paralelismo, podemos considerar un proceso de mediación, como un juego, en el que los
jugadores son las partes, asistidas por un tercero, el mediador, con un
propósito, unas reglas y unas estrategias.
El propósito del
juego parece claro, conseguir un acuerdo satisfactorio, pero esto puede ser muy
sencillo o muy complicado, dependiendo de si está o no alineado con el resto de
las partes, incluyendo al propio mediador.
En cuanto a las
reglas, no voy a entrar en mucha materia para no tener que pronunciarme sobre
si el mediador tiene que intervenir o no, y demás cuestiones, que tanto nos
gusta discutir a los profesionales de la mediación. Digamos que existen una
reglas y estas se aplican en función de las características de cada proceso de
mediación.
Pero es en las
”estrategias” donde me quiero centrar, pues tenemos que tener claro, que cada
parte tiene una estrategia definida, aunque en muchos casos no se sea
consciente de ello, y que el éxito de la mediación estará en gran medida en que
el mediador sepa distinguir la estrategia empleada por cada parte. En
principio, vamos a considerar cuatro
posibles estrategias:
a. Jugar a ganar. Si la estrategia de las partes es jugar
a ganar, estamos de suerte, pues los objetivos están alineados, las partes actuarán
de forma proactiva adelantándose a los acontecimientos, de una forma creativa,
e incluso, cualquier dificultad se considerará como una posibilidad de
aprendizaje. Desde ese punto de vista, conseguir un acuerdo satisfactorio, es
un triunfo personal de cada una de las partes.
b. Jugar a no perder. En esta estrategia las partes actúan
de una forma reactiva en función de lo que hace la otra parte, defendiendo con
uñas y dientes nuestros modelos mentales y creencias. En esta estrategia las emociones
omnipresentes son el miedo y el fracaso, además del conformismo, y la frase que
más vamos a escuchar es “siempre ha sido así porque tiene que cambiar ahora”.
c. Jugar a perder. En este caso, como mediadores
estamos fastidiados, por no utilizar una palabra más vulgar, pues por lo menos
una de las partes está más preocupada en tener razón y ser víctima de las
circunstancias, que en conseguir un acuerdo satisfactorio. Nos vamos a
encontrar con una estrategia de boicotear cualquier intento de aportar
soluciones. En esta estrategia la emoción presente es el resentimiento, los
demás tienen la culpa de lo que ocurre, y la frase que más vamos a escuchar es “Ya te
lo advertí que no serviría de nada”.
d. Jugar a no jugar. En este caso, como mediadores lo
tenemos muy difícil, pues una de las partes, por las circunstancias que sean ha
decidido “romper el juego”, su estrategia es boicotear, oponerse a todo,
incumplir las reglas, discutir acaloradamente. En este caso la emoción que está
detrás de esta estrategia es el resentimiento, y lo triste del caso, es que
cuando se juega a perder, normalmente se pierde.
Para el mediador,
conocer a que está jugando cada una de las partes es fundamental, pues en base
a la estrategia empleada podremos conocer la emoción que se encuentra detrás e
intentar recomponer el reconocimiento, el diálogo y la interacción mediante las herramientas
adecuadas.
El destino reparte las cartas, tú eres el que juega
William Shakespeare (1564-1616).
Mediar interesa |
.
0 comentarios:
Publicar un comentario