Diferencias entre valor y precio de una empresa




Diferencias entre valor y precio de una empresa

Fuente: propia

Aunque no pienses vender, saber lo que vale tu negocio, puede ser rentable.

Quizás nunca te has planteado valorar tu empresa porque piensas que no es necesario para el desarrollo de tu actividad, pero como dijo el filosofo, politico y cientifico britaánico Francis Bacon hace 400 años, “La información es poder”, lo cual es cierto, hoy más que nunca.
Lo primero que te preguntaras es ¿para qué sirve la valoración?. Independientemente de que valorar tu empresa te va a permitir conocer qué posición ocupa en el mercado, por el propio proceso de valoración te vas a ver obligado a analizar todos y cada uno de los aspectos críticos de tu negocio, permitiendo la implantación de medidas de mejora en aquellos puntos que han salido peor parados del procedimiento de evaluación.
Pero si, además, si con el tiempo se presenta cualquier tipo de operación corporativa (compra, venta, fusión, acuerdos comerciales, acuerdos tecnológicos, etc.), disponer de un buen informe de valoración va a ser fundamental para acometer con probabilidades de éxito cualquier negociación.
Y ahora te preguntarás, ¿en qué consiste exactamente valorar una empresa?.
Pues bien,  valorar una empresa es cuantificar los elementos que constituyen el patrimonio de la misma, la posición competitiva que ocupa dentro de su sector y las expectativas que se tiene de generar riqueza.
Estos factores son elementos creadores de valor que nos pueden dar una idea muy general. Pero,¡ojo¡, la valoración de una empresa va mucho más allá. Supone un trabajo técnico y financiero con mucha investigación de fondo.
Recuerdo que, cuando estaba estudiando, un viejo profesor me dijo:

“Las cosas valen, lo que se paga por ellas.”

Y en aquel entonces no le discutí su afirmación, pero hoy en día, después de más de 40 años de experiencia en el mundo empresarial, le habría contestado con la famosa frase de Quevedo, popularizada por Antonio Machado, tres siglos más tarde, “solo el necio confunde valor y precio”.
El diccionario de la RAE, en su primera acepción, nos define el vocablo “valor” como: “Grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite”, ligando el valor de un algo a su capacidad para satisfacer una necesidad.
Por tanto, la asignación a un bien de una cierta cantidad de dinero, es decir, la valoración de cualquier activo, no es un proceso plenamente definido, que dé lugar a un resultado cierto y único.
Por el contrario, es un proceso subjetivo casi en su totalidad, pudiendo existir infinitos valores para un mismo activo, tantos como personas lleven a cabo un proceso de tasación del mismo.
En consecuencia, el precio surgirá como resultado de la valoración del bien en base al entorno y a las circunstancias del momento.
Un ejemplo que nos puede ilustrar lo dicho, es el mercado de valores, donde una misma acción puede tener precios muy distintos en función del día, hora o minuto.
En el momento que desees valorar tu empresa, debes tomar en consideración ciertos aspectos como son los siguientes:
-       Rentabilidad  y riesgos. Aspectos objetivos que condicionan en gran mediada cualquier negociación.
-       Razones Personales. En este caso, la subjetividad es quien reina  ya que viene dada por emotividad y, por ello, es recomendable sea realizada por personas expertas en el área.
-       Entorno: las empresas dependen de factores externos que deberán ser muy tenidos en cuenta.
-       Buena Información: mientras más información del modelo de negocio   se obtenga, la valoración será de mayor calidad.
Son varios los métodos de valoración que se utilizan, pero el que más consenso tiene y el más generalizado es el de valoración por el Método del Descuento de Flujos de Caja Libre.
Este método determina la capacidad de generación de riqueza de la compañía y es el más empleado por los asesores en “corporate finance”.
En un modelo de valoración en base a flujos de caja descontados (DCF), el cash-flow (CF) puede venir tanto de la cuenta de pérdidas y ganancias, como de las mejoras de Working Capital (WC) que, en el fondo, hace disminuir la inversión.
El último caso que he analizado, ha sido un modelo a 5 años y una tasa de descuento del 10% (WACC), para calcular el retorno de la inversión (ROI).
En el caso de una compraventa de una sociedad, el WC se utiliza en la “Letter of Intent" y en el contrato de compra-venta para fijar un valor estimado de los activos netos que recibiremos en el momento de la compra, y que normalmente coincide con el que hemos usado en nuestro modelo de adquisición, por lo que, cualquier variación al alza o a la baja, se reflejará como ajuste en el precio de compra.
Las adquisiciones se proponen libres de Caja y Deudas, lo cual no significa que, en la compra, no se asuma el “Cash” o la Deuda, sino que el precio se ha calculado sin estos factores.
Si, en el momento de la compra, hay “Cash”, ésta se pagaría a la otra parte, y, si hay deuda, se deduciría de los pagos.
Con este sencillo modelo, se puede determinar un precio de compra en un momento determinado, realizar las “due diligence” y todos los trámites legales y, a la hora de realizar el pago, ajustar el mismo con la variación en el WC, libre de Caja y deudas.

Como fácilmente puede entenderse, este proceso complejo  no lo puede hacer todo el mundo, por lo que deberá ponerse en manos de asesores externos expertos en este tipo de valoraciones.

Retornando a nuestro hilo principal, qué significa todo esto, pues que, en opinión del que suscribe, disponer de un “buen informe de valoración” va ser trascendental a la hora de negociar cualquier tipo de operación societaria, y a buen seguro va a condicionar en gran medida el precio final de la operación, por lo que es mucho mejor que tú lo sepas de antemano, antes de que venga alguien a decírtelo.
Recuerdo una operación de “joint venture” entre una multinacional del sector de comunicaciones y una mediana empresa tecnológica para la explotación de un desarrollo de de la empresa tecnológica a traves de la red de la multinacional.
El Director de Operaciones de la multinacional hizo una presentación basandose en la “dimensión” de su empresa, abrumando con cifras de ventas, empleados, beneficios, etc.
Con el objetivo de conseguir una tasa de paricipación mayor en el proyecto, pero el CEO de la empresa tecnológica, que sabía muy bien lo que valía su empresa y lo que podía aportar al proyecto, sin dejarse impresionar por las cifras multimillonarias de la multinacional, realizó una presentación parecida, pero en términos relativos, dejando meridianamente claro que, con menos ventas, menos empleados y menos recursos, los beneficios obtenidos y su posicionamiento en el mercado eran porcentualmente hablando muy superiores a los de la multinacional, terminando su exposición con una frase que me dejó impresionado:

Con su dimensión y nuestra eficiencia, seguro que vamos a realizar un negocio muy rentable para todos”.

El corolario de todo esto es que, aunque actualmente no estés pensando ni en vender ni en comprar, no sabes quién te va a llamar a la puerta mañana, por lo que siempre es bueno saber lo que vale tu negocio, por si tienes que poner un valor de referencia encima de la mesa para poder empezar a negociar.




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