ENTRE LA QUIMERA DE LA PÓCIMA MÁGICA DE LA RECUPERACIÓN DEL GOBIERNO Y LA REALIDAD DE LAS EMPRESAS ZOMBIES

Ángel Luis Vázquez
Economista - Administrador Concursal

ENTRE LA QUIMERA DE LA PÓCIMA MÁGICA DE LA RECUPERACIÓN DEL GOBIERNO Y LA REALIDAD DE LAS EMPRESAS ZOMBIES



Es una realidad constatada que la crisis derivada del COVID-19 va a afectar a una parte muy importante del tejido empresarial y, de manera muy significativa, al pequeño y mediano empresario por el cierre de empresas y pequeños negocios, como a ciudadanos particulares que se verán arrastrados por el cierre de muchas de las empresas y autónomos víctimas de la crisis.

La pandemia del COVID-19 y las medidas de contención de su propagación han producido la paralización de la actividad económica, afectando a un importantísimo número de empresarios autónomos que no podrán superar la drástica reducción de ingresos y se verán obligados a cesar en su actividad empresarial, cerrando definitivamente sus negocios.

En los primeros compases de la irrupción del coronavirus en España, en marzo, hubo 122.000 empresas que echaron el cierre ante la falta de actividad, una cifra cuatro veces mayor que el peor mes de la crisis de 2008. Pero lo peor podría estar todavía por llegar. El 18 de junio de 2020, la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos-ATA publicó en su página web el III Barómetro de situación de los autónomos a junio 2020 del que se desprende que más de 300.000 autónomos prevén cerrar en este año su negocio; 7 de cada 10 verán reducida su facturación por encima del 40% con respecto al año anterior; y uno de cada tres se ha visto afectado por la morosidad.

Según denuncia la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad (PMcM), que agrupa a un millón de compañías, un total de más de medio millón de empresas podrían quebrar en los próximos meses por los retrasos en los pagos por parte de sus proveedores.

De acuerdo con un estudio de la PMcM: "Si no se pone remedio a la ruptura de la cadena de pagos, habrá un gran número de quiebras, sobre todo entre las pequeñas y medianas empresas y los autónomos, que están a dos mensualidades de no aguantar más. Entre el 15% y el 20% de las empresas podrían desaparecer y la mayoría de las quiebras se producirán por falta de liquidez por la ruptura de los flujos monetarios". Esto es, entre 500.000 y 600.000 empresas.

LA PÓCIMA MÁGICA DEL GOBIERNO PARA LA RECONSTRUCCIÓN 


En un contexto como el actual donde lo principal es evitar la destrucción del tejido productivo, antes de afanarse en buscar nuevas soluciones resulta imperativo preservar lo existente. No obstante, el Gobierno parece ser partidario de soluciones creativas como apostar por la ecología como solución a la crisis, lo cual se nos antoja un tanto paradójico, pues lo que realmente nos tiene que preocupar es el “daño ecológico[i]” que puede causar la denominada “nueva normalidad”.

Uno de los componentes estrella de la pócima del Gobierno han sido los avales públicos, los famosos ICOS, mal gestionados por las entidades financieras, que se han dedicado a sanear sus balances. De este modo, han aplicado este tipo de operaciones a empresas “sanas” no afectadas por la pandemia, o a reconvertir operaciones YA EXISTENTES en créditos y préstamos ICO para que de esta forma el aval del Estado les permita eliminar la prima de riesgo de estas operaciones en sus balances. Así pues, no se han usado para generar lo que los expertos denominan “Fresh Money”, es decir, dinero fresco que ayude a las empresas a superar los efectos económicos de la pandemia.

Hasta la fecha, el Estado ha garantizado financiación por valor de 65.000 millones de euros a empresas y autónomos. El gran problema es que el Estado no se ha preocupado de asegurar que ese dinero se emplee para pagar las facturas pendientes. De este modo, el dinero con aval público está fluyendo en la dirección equivocada, bien para sanear los balances de los bancos, bien para que las empresas mejor posicionadas atesoren liquidez de cara a la crisis de caja que todo el mundo presagia, lo que está rompiendo las cadenas de pagos y perjudicando al conjunto del sistema.

Según la PMcM, el impacto de este alargamiento en los pagos es como una expansión de un virus: “por cada factura que se deja de pagar se ponen en peligro tres o cuatro facturas más y eso al final genera un flujo concatenado de impagos que lleva al cierre de las empresas". La institución achaca el descontrol a que el ICO ha delegado las medidas de cumplimiento a las entidades financieras, cuando debería ser la Administración quien se ocupase de ello, ya que la Agencia Tributaria y el Ejecutivo "disponen de información sobre el 90% de las facturas en España, saben cuándo se emiten, cuándo se pagan y cuándo se deberían haber pagado".

Crédito y Caución (CyC), la mayor aseguradora de créditos comerciales en España, asegura que el endeudamiento de las empresas españolas equivale a dos terceras partes de sus activos. Esta cifra se dispara entre las micropymes, con una ratio que llega a alcanzar el 80,5% del balance en las empresas de entre 2 y 5 empleados. Este panorama deja al tejido empresarial en una posición muy vulnerable y presagia una crisis de liquidez prácticamente inevitable.

Esperar la inyección de fondos comunitarios parece arriesgado. Hoy en día, las expectativas son mínimas y, como comenta un alto cargo comunitario, "el objetivo es que no vayamos para atrás". Las diferencias entre los Estados miembros son enormes. En el mejor de los casos, se espera cerrar un acuerdo político en julio, para que la ayuda esté disponible el 1 de enero. Pero la ayuda comunitaria no es gratis, los países tendrán que presentar reformas para modernizar sus economías y ajustes para sanear sus cuentas.

El fondo de recuperación (Próxima generación Europa) asciende a 500.000 millones de euros en ayudas a fondo perdido y 250.000 millones de euros en préstamos blandos, de los cuales, según los criterios de reparto propuestos por la Comisión, España se quedaría con unos 140.000 millones de euros del fondo de recuperación, 77.000 millones en ayudas no reembolsables.

En este sentido, es importante destacar un comentario realizado por una fuente comunitaria que ha añadido un matiz interesante: “A la hora de determinar las ayudas también se atenderá a los programas de reducción de déficit y la deuda presentados por los Estados miembros”; y, como este gobierno ha demostrado sobradamente su tendencia a incrementar el gasto “en cualquier circunstancia”, la reducción del déficit y la deuda solo pueden venir del lado del incremento impositivo.

El frente más conflictivo para España se encuentra sobre todo en los llamados cuatro frugales (Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca), quienes piden un montante menor, se oponen a ofrecer ayudas a fondo perdido, cuestionan los criterios de reparto y demandan una condicionalidad más exigente para acceder a los fondos.

Del lado de las medidas de corte fiscal, Sánchez recurrió al mantra[ii] de la “justicia fiscal”, esto es, elevar los ingresos solo con impuestos a los ricos. Las clases medias y los pobres pueden respirar tranquilos, pero yo no me fiaría mucho, pues los informes de los expertos nos dicen que la fiscalidad a las rentas altas tiene un margen recaudatorio muy limitado, por lo que para conseguir el verdadero avance que pretende el Gobierno es necesario ‘tocar el bolsillo’ de las clases medias. Aunque se niegue de puertas afuera y se carguen las tintas en los “impuestos a los ricos”, el Gobierno sabe que si quiere recortar la brecha de los 70.000 millones que tiene España con Europa, tendrá que incrementar la carga impositiva en general, y como siempre, los peor parados serán los integrantes de la llamada clase media.

Este tipo de contradicciones no preocupa al actual Gobierno. El 28 de febrero, quince días antes del decreto del estado de alarma, la Ministra de Hacienda dijo en la cadena SER: “La subida del IVA del 21% al 23% está descartada. El aumento del IVA no es la opción preferida de un Gobierno progresista sino impuestos progresivos que hagan que pague más quien más tiene. Ahí radica la grandeza de un país, en que todos seamos iguales". Palabra de ministra.

La eficacia del incremento de la presión tributaria en épocas de crisis es más que cuestionable. La recesión provocada por la crisis inmobiliaria y financiera de 2008 demostró que el aumento de la presión fiscal no sirvió para aumentar la recaudación por encima de lo ingresado en 2007. El Estado tardó 10 años en recuperar el nivel de sus ingresos, a pesar del incremento de la presión fiscal.

El tema parece claro, las grandes figuras tributarias, el IRPF se ve afectado por el aumento del número de parados y la bajada de salarios[iii] por lo que, aunque se aumente la presión, el resultado final es una menor recaudación. De igual manera, el IVA y los impuestos especiales se ven afectados por la bajada de precios y por la disminución del consumo, con el mismo resultado, reducción de la cantidad recaudada.

En esta misma línea se pronuncia el Consejo de Economistas: “Claro, si hay bajada de precios y cae el consumo, caerán también los ingresos por IVA”. Que también nos dice que el consumo privado caerá este año un 8,8%. Dicho esto, dicho todo.

Basta mirar a lo que sucedió en la pasada crisis. En 2007, justo antes del estallido de la burbuja, el Estado recaudó 55.850 millones de euros por IVA. En 2012 subió el tipo reducido del 8% al 10% y el general del 18% al 21%. A pesar de eso, en 2013 la recaudación fue de 51.931 millones de euros, casi 4.000 millones menos que antes de la crisis. En materia impositiva, mucho nos tememos que la pócima del Gobierno no va a ser muy efectiva.

Dentro de las medidas tomadas por el Gobierno también está el REAL DECRETO LEY 24/2020 II ACUERDO POR LA DEFENSA DEL EMPLEO por el que se congelan los ERTES por fuerza mayor a partir del 27/06 y finalizarán el 30/06/2020. Los ETOP vinculados al COVID-19 se podrán solicitar hasta el 30/09/2020. Se prorrogan las medidas de acceso al desempleo, aunque no se tengan las cotizaciones mínimas. Exoneración parcial de las cotizaciones de la SS.

En la pócima del Gobierno está siempre el mantra de “proteger a los más necesitados” olvidándose de un paradigma fundamental que, aunque le cueste a algunos miembros del Gobierno, España es país en el que impera la economía de mercado. La mejor forma de proteger a alguien de la pobreza, en un país de corte capitalista, no es mediante “dádivas”, sino creando las condiciones económicas necesarias para que el ciudadano se pueda ganar la vida con dignidad sin depender de la dádiva de nadie. El experimento de las dádivas del Gobierno solo sirve para incrementar el “voto cautivo”, pero desde el punto de vista de justicia social ha sido un fracaso allí donde se ha probado.

En la pócima del Gobierno se les ha olvidado alguna de las muchas recomendaciones que le han dado los expertos y todo tipo de organizaciones empresariales:
  • Reducir los gastos corrientes improductivos. Realizar una revisión rigurosa de los presupuestos tanto estatales como de las comunidades autónomas y eliminar todas aquellas partidas “improductivas” que no tengan una relación directa con la productividad. Existen cantidad de partidas “genéricas” por llamarlas de alguna manera que deberían reclasificarse de inmediato y destinarse a un “fondo de reconstrucción”. Según Zulueta del Circulo de Empresarios, la autoridad fiscal ha detectado 14.000 millones de euros en subvenciones sin controlar.
  • Reducción de la estructura de la Administración tanto estatal como autonómica. Es curioso que en la peor crisis que ha tenido España desde la guerra civil tengamos el Gobierno más caro de toda la historia. No nos puede extrañar que nuestros vecinos del norte no quieran dar fondos europeos a España, cuando por ejemplo Alemania, con una población más numerosa que España tiene un gobierno mucho más reducido, y por supuesto más barato.
  • Eliminar barreras administrativas para los emprendedores. Necesitamos miles de emprendedores que pongan lo mejor de si mismos en proyectos empresariales que, si bien buscan un lucro personal, como no puede ser de otra forma, van a revertir en la economía en salarios, consumos, impuestos, etc. El efecto multiplicador. El sector de la construcción genera actividad económica inducida directa de 1,92 euros por euro invertido, siendo la actividad inducida indirecta muy superior[iv]. Este es el milagro de la economía de mercado.
  • Eliminar las trabas y dar seguridad jurídica a las empresas extranjeras que quieran invertir en España. Hasta hace poco, España era un país muy bien valorado para que las empresas extrajeras vinieran a invertir en sus proyectos, pero las últimas medidas de corte “bolivariano” tomadas o anunciadas, le están haciendo un flaco favor de cara a la inversión extranjera.
  • Plantear los verdaderos objetivos del país de cara a los próximos cinco años, en vez de actuar como “Robin Hood” bajo el ideario de una justicia social basada en quitárselo a los ricos para dárselo a los pobres; realizar reformas estructurales que utilizando lo mejor del sector público y del sector privado para reforzar los sectores estratégicos del país; incrementar la productividad, y por ende, el PIB y el bienestar de todos los ciudadanos. No hace falta quitarle nada a nadie, se trata de que el país cree cada vez más valor añadido y los ciudadanos nos podamos beneficiar de este incremento, pues como diría la abuela “repartir de donde no hay no suele ser buena solución”.

ZOMBIES ECONÓMICOS

(Imagen “El Economista” 24/12/2019)

Ante esta situación solo cabe esperar que en los próximos meses se produzca un alud de insolvencias de personas físicas, empresarios, autónomos y Pymes.

Si la situación económica es tan grave, la pregunta que nos podemos hacer es …. ¿Por qué no hay más concursos de acreedores y expedientes de 2ª oportunidad?

En primer lugar, por el decalaje temporal: entre el inicio del procedimiento y la presentación del concurso pasan como media cuatro meses, por lo que no ha dado tiempo a que los miles de damnificados por la pandemia y la crisis posterior iniciaran los trámites.

En segundo lugar, el Gobierno ha aprobado diversas medidas para contener las declaraciones de insolvencia, como la suspensión de la obligación de declararse en concurso o la moratoria de las ejecuciones judiciales, que en teoría han dado aire a los más perjudicados, pero en la mayoría de los casos solo se va a conseguir retrasar lo inevitable.

En tercer lugar, y quizás una de las más importantes, es que la situación de muchos de los afectados personas físicas que podrían beneficiarse de esta Ley es tan precaria que no puede sufragar ni los gastos del expediente.

Por lo que respecta a los empresarios, autónomos y Pymes, cuyos concursos se tramitan en los juzgados mercantiles, la situación es muy parecida, la mayoría no tiene recursos para iniciar una actuación concursal y terminarán cerrando “a la francesa” con los graves inconvenientes de futuro que eso plantea.

Al conjunto de personas físicas, empresarios, autónomos y Pymes sobreendeudas que no pueden hacer frente a sus compromisos y que en la situación actual se encuentran abocados a la quiebra es lo que he denominado “Zombies económicos” que subsistirán en nuestra economía agravando con sus impagos la crisis de liquidez de nuestro ya frágil sistema, hasta que el 01/01/2021 se levante la veda y se puedan solicitar los concursos necesarios nuevamente.

INSOLVENCIA INMINENTE (Mecanismos Legales)


El panorama jurídico español recoge instrumentos vinculados a esas pequeñas y medianas empresas, autónomos y particulares no empresarios, a fin de dotarles de mecanismos preconcursales y concursales para intentar continuar con la actividad o bien realizar un cierre ordenado de la misma.

Los mecanismos preconcursales existentes en nuestro ordenamiento jurídico mediante los cuales se puede dotar de liquidez a las empresas en dificultades, pero viables desde el punto de vista económico, se resumen básicamente en tres figuras:
  • Los acuerdos de refinanciación
  • Los acuerdos extrajudiciales de pagos.
  • Los convenios anticipados
Cuando, por la causa que sea, el negocio es inviable, se tendrá que recurrir a un procedimiento concursal, en el cual mediante un profesional cualificado (Administrador Concursal) se podrá proceder a un cierre ordenado de la actividad evitando posibles responsabilidades posteriores de los empresarios y administradores.

Sin olvidar que, en determinadas circunstancias, el deudor de buena fe, a través del mecanismo de 2ª Oportunidad, una vez concluido el procedimiento puede solicitar el B.E.P.I (Beneficio de Exoneración del Pasivo Insatisfecho) que le va a permitir renacer en el mundo económico como si empezara de cero.

En este contexto, se ha producido la publicación del Real Decreto Legislativo 1/2020, de 5 de mayo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley Concursal, que, a mi juicio, yendo más allá del marco permitido por el artículo 82.5 de la Constitución Española, ha dificultado considerablemente la efectiva consecución de una segunda oportunidad al disminuir las deudas exonerables mediante el reforzamiento del estatus del crédito público. 


La no exoneración del crédito público dificulta enormemente el mecanismo de 2ª Oportunidad, siendo curioso el empecinamiento del Estado en este sentido, cuando realmente es uno de los más beneficiados con el eficaz funcionamiento de un mecanismo de 2ª Oportunidad, mediante el cual se recuperan para economía productiva miles de emprendedores que en caso contrario estarían condenados a trabajar fuera del sistema.


En este estado de cosas, la última esperanza para la consecución de un mecanismo de segunda oportunidad efectivo para los autónomos reside en la Directiva UE 2019/1023, de 20 de junio de 2019, sobre marcos de reestructuración preventiva, exoneración de deudas e inhabilitaciones, y sobre medidas para aumentar la eficiencia de los procedimientos de reestructuración, insolvencia y exoneración de deudas y en su necesaria trasposición, que deberá realizarse antes del 17 de julio de 2021, y que tendría que suponer el fin del privilegio del crédito público y, por tanto, de su categoría de crédito no exonerable, al no estar contemplado en el catálogo de créditos no exonerables de su artículo 23.4.

En cualquier caso, si su empresa o negocio atraviesa dificultades, no se convierta en un “zombie” y recurra a la ayuda de expertos y si piensa que las dificultades son temporales y que su negocio puede volver a la normalidad vea las posibilidades de un “Acuerdo de Refinanciación” o de un “Acuerdo Extrajudicial de Pagos”. Si la conclusión es que el negocio ya no es viable, proceda a un cierre ordenado mediante un concurso de acreedores, y no olvide, que mediante el mecanismo de 2ª Oportunidad puede obtener en sede judicial la exoneración de las deudas pendientes mediante el denominado BEPI (Beneficio Exoneración Pasivos Insatisfechos)




[i] Además de las mascarillas, otros EPI también hechos de material plástico son los guantes, las batas impermeables, las gafas y viseras y las pantallas protectoras faciales. Pero el uso de material plástico en los hospitales no se reduce a los EPI. Incluye también diversas piezas para equipos médicos, como respiradores y ventiladores, jeringas de policarbonato, tubos médicos de PVC, bolsas de sangre…

A causa de la pandemia, la generación de residuos de este tipo de materiales se ha incrementado de forma exponencial. Todos estos residuos no pueden ser reciclados y su destino será bien vertederos o bien incineración. El problema se sitúa ahora en las instalaciones de tratamiento térmico de residuos que empiezan a estar colapsadas, y el abandono imprudente de muchos de estos materiales por parte de los ciudadanos que una vez utilizados, los tira en cualquier sitio, y así podemos ver mascarillas y guates en las calles, con el doble peligro que conlleva, el de infección y el ecológico.

Debemos cuestionarnos el posible riesgo ambiental de estos procesos. Si no se trabaja con las condiciones óptimas para la incineración de residuos que poseen un elevado contenido en plástico, se pueden generar emisiones de compuestos cancerígenos como las dioxinas y los furanos.
[ii] El mantra de los impuestos a los ricos pierde todo el sentido si se analiza la recaudación con los impuestos al capital. Los ingresos de España con estos impuestos directos, que van desde el IBI hasta donaciones o sucesiones, ascienden al 0,5% del PIB, 0,2 puntos más que la media europea.
[iii] En 2007 la renta bruta (antes de impuestos) de los hogares estaba en 750.639 millones de euros. En 2009 había bajado a 672.798 millones. En 2014 toco suelo y fue de 542.629 millones. En 2019 la renta seguía por debajo de la de 2007 y estaba en 678.881 millones de euros.
[iv] Ver Información financiera y no financiera en el sector de la construcción en España publicado por el Consejo General de Economistas.


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